La pandemia provocada por el Coronavirus cambió la manera en que ha sido impartida la educación durante este último año a nivel global. La escuela y el hogar se convirtieron en un mismo lugar cuando se declaró el confinamiento en la mayor parte de los países del mundo.
Durante este periodo, la mayoría de los alumnos han comprendido que no estaban de vacaciones y se han implicado positivamente con las clases online y con la realización de tareas a distancia pero, hay un 20% de estos jóvenes que se encontró con algunas barreras para poder estudiar durante estos meses, como es la falta de concentración en casa o la escasa formación del profesorado en el mundo digital y las TIC (tecnologías de la información y la comunicación).
Estar recluidos en casa durante meses no sólo afectó al ámbito social y al estado de ánimo de gran parte de los jóvenes, sino que afectó también a sus estudios pues, la educación telemática se extendió a casi el 90% de los estudiantes.
Estas son las dificultades que han sufrido los estudiantes:
No encontrarse bien anímicamente
El confinamiento domiciliario ha ocasionado en casi toda la población un descenso del estado de ánimo al verse obligados a tener que renunciar a la rutina cotidiana y forzados a socializar a través de las pantallas con llamadas, videollamadas y mensajería instantánea entre otras.
La pantalla también se extendió al ámbito laboral y estudiantil, pero los alumnos habían perdido su motivación, siendo la familia su mayor fuente de apoyo, seguida de los amigos y quedando en último lugar los profesores.
Los estudiantes que más vieron afectado su estado emocional son los alumnos de Bachillerato y los alumnos de Formación Profesional, mientras que los que mejor se adaptaron fueron los alumnos de Primaria.
Falta de concentración en el hogar
La imposibilidad de acceder a bibliotecas u otros centros de estudio fue otra consecuencia del encerramiento y, los jóvenes estudiantes, tuvieron que ‘recrear’ estos espacios en sus hogares. Esto no fue nada fácil para la mayoría de ellos y en algunos casos se volvió algo imposible, pues debían compartir estos espacios y la intimidad era un lujo inalcanzable.
El hecho de no disponer de un espacio de trabajo adecuado y adaptado a sus necesidades, y la ausencia de sensación de paso del tiempo hizo que los estudiantes no pudieran concentrarse y se sintieran desorientados sin capacidad para organizarse las tareas, las clases y, en definitiva, los días.
Escasa preparación del profesorado para dar clases online
La adaptación a la educación telemática por parte de los alumnos y del profesorado ha obligado a hacer uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación o también conocidas como las TIC ‘s de forma abreviada.
El problema en este punto fue que muchos profesores no estaban preparados para aplicar estas tecnologías en la continuación de sus clases, ya que su manejo y entendimiento de las mismas es muy básico y quedó escaso para una educación a distancia.
Aunque es verdad que en la educación temprana es aún un terreno poco experimentado y con pocos recursos, tuvieron además poco tiempo para obtener una capacitación de cómo enseñar online, pues el confinamiento fue algo repentino e inesperado.
Tanto profesores como alumnado se han visto obligados a aprender rápida y de forma independiente un amplio conjunto de habilidades comunicativas con base tecnológica.
A pesar de todo, España quedó líder en el uso de aplicaciones de comunicación durante este periodo. Destacan en primer lugar las videoconferencias desde el ordenador, el correo electrónico y las apps de mensajería instantánea, en ese orden.
Aparición de dudas que no pudieron solucionar en soledad
El hecho de no tener contacto directo y cercano con los compañeros de clase, hizo que resolver dudas se convirtiera en una tarea autónoma y más complicada de lo habitual.
Recibir y prestar apoyo en grupo es fundamental para resolver dudas, corregir errores y verificar los resultados de forma provechosa con el resto de compañeros.
Durante el confinamiento los alumnos se vieron privados de esta ventaja, pues el contacto se vio reducido y limitado a las clases online con el profesor, y resolver dudas algo aparatoso ya que el audio de los alumnos en las videoconferencias estaba en casi todas las ocasiones silenciado y la puesta en común de dudas se hacía muy dificultosa.
Brecha digital en la clase social baja
Es evidente que las personas que pertenecen a las clases sociales más bajas, han experimentado mayores dificultades para poder seguir con sus estudios.
Muchos estudiantes no poseían ordenador ni disponían de condiciones en sus casas (como una buena conexión a internet) para seguir la enseñanza online que se estaba planteando y, además, el acceso a un espacio de trabajo adecuado también ha sido más dificultoso para este sector social.
Han sido los chicos de clases medio-altas y altas, los que mejor se han acomodado a esta situación. Por lo tanto, vemos que esta brecha de adaptación a la educación no presencial tiene un componente bastante importante de clase social.
A pesar de todas estas dificultades que sufrieron los estudiantes en la adaptación a una educación a distancia y desde casa, los datos revelan que 9 de cada 10 alumnos siguieron con sus estudios en esta nueva forma de aprendizaje. Cabe destacar que la tecnología no ha podido suplir el factor humano pero que por lo general, ha habido una buena adecuación a las circunstancias por parte de todos los participantes. ¡Bravo por todos!
(Los datos han sido obtenidos en De puertas adentro y de pantallas afuera. Jóvenes en confinamiento, estudio realizado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, en colaboración con Telefónica y Santander).
Esperamos poder volver este curso a la forma tradicional y disfrutar de los compañeros, el olor a libro nuevo, los recreos en compañía y los cafés con los compañeros antes de empezar un trabajo grupal. En Apapel deseamos que así sea y no olvides que también atendemos presencialmente aunque todos sabemos que lo mejor es imprimir online ;D